Recientemente, la Federación Mexicana de Colegios de Ginecología y Obstetricia publicó, en
Ginecología y Obstetricia de México, los lineamientos en infertilidad. Una necesidad de largo tiempo atrás, debido al incremento de parejas infértiles en México y del número de clínicas que actualmente ofrecen tratamientos contra la infertilidad. La creación de guías de manejo es una práctica cada vez más extendida en la medicina actual con base en los preceptos de la medicina basada en evidencias porque permiten tener un patrón de referencia para el tratamiento de los pacientes con determinada afección.
La contribución de la genética al conocimiento de la infertilidad masculina es uno de los temas más estudiados en medicina reproductiva; se reconoce claramente la influencia de varias alteraciones genéticas, que se detallan en revisiones excelentes sobre el tema, así como en revisiones específicas del paciente con azoospermia.
Por lo general, los pacientes con afectación en los cromosomas sexuales, como el síndrome de Klinefelter (47,XXY) y las microdeleciones del cromosoma Y, son infértiles. No obstante, el advenimiento de las técnicas de reproducción asistida de alta complejidad –como la fertilización in vitro, la inyección intracitoplasmática de esperma y sobre todo la combinación de esta última con la recuperación testicular de espermatozoides– ha revolucionado el tratamiento de la infertilidad masculina y permite que estos pacientes tengan descendencia propia. Desde la perspectiva genética, estos procedimientos implican un riesgo importante de trasmisión de estas enfermedades a la descendencia; por ejemplo, el paciente con síndrome de Klinefelter tiene un riesgo teórico de tener 50% de espermatozoides con contenido cromosómico aneuploide (con un cromosoma de más o de menos) y que al utilizarlos en un procedimiento de reproducción asistida estos espermatozoides trasmitan la constitución cromosómica anormal (un cromosoma X adicional) al embrión. En el caso de microdeleción del cromosoma Y, ésta se transferiría al 100% de los hijos varones, que también serían infértiles.
La asociación entre alteraciones cromosómicas e infertilidad es bien conocida y probablemente son estas alteraciones la afectación genética encontrada con más frecuencia en varones infértiles. La causa más común es el síndrome de Klinefelter (47,XXY), quienes lo padecen, al tener un cromosoma sexual X extra, tienen hipogonadismo hipergonadotrópico y después de la pubertad sufren insuficiencia testicular manifestada, en la mayoría de los casos, como azoospermia.
La prevalencia del síndrome de Klinefelter se reporta en 1 por cada 500 varones recién nacidos vivos, por lo que es una de las enfermedades genéticas más comunes, incluso es más frecuente que otras enfermedades cromosómicas, como la trisomía 21 o el síndrome de Down. Contrario al conocimiento generalizado, desde la perspectiva reproductiva, un metanálisis reporta que se encuentran espermatozoides incluso en 44% (límites: 16 y 60%) de las biopsias testiculares de los pacientes con síndrome de Klinefelter, con cariotipo 47,XXY sin mosaico. En los pacientes con síndrome de Klinefelter con mosaicos de líneas celulares normales (47,XXY/46,XY) es probable que se mantenga la espermatogénesis y que el pronóstico sea más alentador respecto a la reproducción.
En las otras alteraciones cromosómicas, como las que implican a un autosoma y un cromosoma sexual, las traslocaciones recíprocas, las traslocaciones robertsonianaso la existencia de cromosomas en anillo, el fenotipo en los pacientes es variable y depende del tipo específico de la alteración cromosómica, abarca desde un cuadro de disminución de la fertilidad que no ocasiona infertilidad primaria, un cuadro de insuficiencia testicular, hasta cuadros de pérdida gestacional recurrente.
En México hay reportes del estudio cromosómico de hombres infértiles desde el decenio de 1980. Rivas y su grupo (1987), en Guadalajara, estudiaron a 163 pacientes azoospérmicos y encontraron alteraciones cromosómicas en 23.3% (38/163) de los pacientes estudiados, la alteración más frecuente fue el cariotipo: 47,XXY (31/38), seguido de otras alteraciones que implicaban principalmente cromosomas sexuales: varón 46,XX, 46,X,del(Y)(q11), 46,X,r(Y), 46,XY,inv(1) (p35q21.3)mat y 46,Y,t(X;3)(q26;q13.2)mat. En el norte de México Cortés-Gutiérrez y colaboradores (2004) estudiaron a 326 hombres infértiles (204 con oligozoospermia, 87 con azoospermia y 35 con normozoospermia) y encontraron alteraciones cromosómicas en cinco pacientes con oligozoospermia [dos pacientes: 47,XXY, dos pacientes: 47,XY,inv(14) y uno 46,XY,t(16p;1p)] y dos con azoospermia [46,XY,t(5q;q14) y 45,XY,t(13q;14q)]. También se encontró incremento en los polimorfismos de la heterocromatina y de los satélites en sujetos oligozoospérmicos y azoospérmicos respecto a normozoospérmicos: con heterocromatina de 13.7% en los oligozoospérmicos, de 21.8% en los azoospérmicos y de 5.7% en los sanos, e incremento de tamaño de satélites de 7.3% en los pacientes oligozoospérmicos, de 8% en los azoospérmicos y de 2.8% en los sanos.
El papel del cromosoma Y en la espermatogénesis lo sugirieron primeramente los estudios de Tiepolo y Zuffardi (1976), quienes realizaron cariotipo a 1,170 hombres subfértiles e identificaron a seis individuos azoospérmicos con eliminaciones detectables microscópicamente de Yq distal. En cuatro de ellos en los que se evaluó al padre, las microdeleciones detectadas en los hijos fueron de novo. Con base en estas microdeleciones de novo en hombres azoospérmicos, los autores propusieron la existencia de un gen de espermatogénesis, o “factor de azoospermia” (AZF), en Yq.
Para saber más al respecto; consultar el siguiente enlace:variantes genéticas asociadas con infertilidad masculina en pacientes mexicanos
La contribución de la genética al conocimiento de la infertilidad masculina es uno de los temas más estudiados en medicina reproductiva; se reconoce claramente la influencia de varias alteraciones genéticas, que se detallan en revisiones excelentes sobre el tema, así como en revisiones específicas del paciente con azoospermia.
Por lo general, los pacientes con afectación en los cromosomas sexuales, como el síndrome de Klinefelter (47,XXY) y las microdeleciones del cromosoma Y, son infértiles. No obstante, el advenimiento de las técnicas de reproducción asistida de alta complejidad –como la fertilización in vitro, la inyección intracitoplasmática de esperma y sobre todo la combinación de esta última con la recuperación testicular de espermatozoides– ha revolucionado el tratamiento de la infertilidad masculina y permite que estos pacientes tengan descendencia propia. Desde la perspectiva genética, estos procedimientos implican un riesgo importante de trasmisión de estas enfermedades a la descendencia; por ejemplo, el paciente con síndrome de Klinefelter tiene un riesgo teórico de tener 50% de espermatozoides con contenido cromosómico aneuploide (con un cromosoma de más o de menos) y que al utilizarlos en un procedimiento de reproducción asistida estos espermatozoides trasmitan la constitución cromosómica anormal (un cromosoma X adicional) al embrión. En el caso de microdeleción del cromosoma Y, ésta se transferiría al 100% de los hijos varones, que también serían infértiles.
La asociación entre alteraciones cromosómicas e infertilidad es bien conocida y probablemente son estas alteraciones la afectación genética encontrada con más frecuencia en varones infértiles. La causa más común es el síndrome de Klinefelter (47,XXY), quienes lo padecen, al tener un cromosoma sexual X extra, tienen hipogonadismo hipergonadotrópico y después de la pubertad sufren insuficiencia testicular manifestada, en la mayoría de los casos, como azoospermia.
La prevalencia del síndrome de Klinefelter se reporta en 1 por cada 500 varones recién nacidos vivos, por lo que es una de las enfermedades genéticas más comunes, incluso es más frecuente que otras enfermedades cromosómicas, como la trisomía 21 o el síndrome de Down. Contrario al conocimiento generalizado, desde la perspectiva reproductiva, un metanálisis reporta que se encuentran espermatozoides incluso en 44% (límites: 16 y 60%) de las biopsias testiculares de los pacientes con síndrome de Klinefelter, con cariotipo 47,XXY sin mosaico. En los pacientes con síndrome de Klinefelter con mosaicos de líneas celulares normales (47,XXY/46,XY) es probable que se mantenga la espermatogénesis y que el pronóstico sea más alentador respecto a la reproducción.
En las otras alteraciones cromosómicas, como las que implican a un autosoma y un cromosoma sexual, las traslocaciones recíprocas, las traslocaciones robertsonianaso la existencia de cromosomas en anillo, el fenotipo en los pacientes es variable y depende del tipo específico de la alteración cromosómica, abarca desde un cuadro de disminución de la fertilidad que no ocasiona infertilidad primaria, un cuadro de insuficiencia testicular, hasta cuadros de pérdida gestacional recurrente.
En México hay reportes del estudio cromosómico de hombres infértiles desde el decenio de 1980. Rivas y su grupo (1987), en Guadalajara, estudiaron a 163 pacientes azoospérmicos y encontraron alteraciones cromosómicas en 23.3% (38/163) de los pacientes estudiados, la alteración más frecuente fue el cariotipo: 47,XXY (31/38), seguido de otras alteraciones que implicaban principalmente cromosomas sexuales: varón 46,XX, 46,X,del(Y)(q11), 46,X,r(Y), 46,XY,inv(1) (p35q21.3)mat y 46,Y,t(X;3)(q26;q13.2)mat. En el norte de México Cortés-Gutiérrez y colaboradores (2004) estudiaron a 326 hombres infértiles (204 con oligozoospermia, 87 con azoospermia y 35 con normozoospermia) y encontraron alteraciones cromosómicas en cinco pacientes con oligozoospermia [dos pacientes: 47,XXY, dos pacientes: 47,XY,inv(14) y uno 46,XY,t(16p;1p)] y dos con azoospermia [46,XY,t(5q;q14) y 45,XY,t(13q;14q)]. También se encontró incremento en los polimorfismos de la heterocromatina y de los satélites en sujetos oligozoospérmicos y azoospérmicos respecto a normozoospérmicos: con heterocromatina de 13.7% en los oligozoospérmicos, de 21.8% en los azoospérmicos y de 5.7% en los sanos, e incremento de tamaño de satélites de 7.3% en los pacientes oligozoospérmicos, de 8% en los azoospérmicos y de 2.8% en los sanos.
El papel del cromosoma Y en la espermatogénesis lo sugirieron primeramente los estudios de Tiepolo y Zuffardi (1976), quienes realizaron cariotipo a 1,170 hombres subfértiles e identificaron a seis individuos azoospérmicos con eliminaciones detectables microscópicamente de Yq distal. En cuatro de ellos en los que se evaluó al padre, las microdeleciones detectadas en los hijos fueron de novo. Con base en estas microdeleciones de novo en hombres azoospérmicos, los autores propusieron la existencia de un gen de espermatogénesis, o “factor de azoospermia” (AZF), en Yq.
Para saber más al respecto; consultar el siguiente enlace:variantes genéticas asociadas con infertilidad masculina en pacientes mexicanos
Todavía no puedo creer que no sé por dónde empezar, me llamo Juan, tengo 36 años, me diagnosticaron herpes genital, perdí toda esperanza en la vida, pero como cualquier otro seguí buscando un curar incluso en Internet y ahí es donde conocí al Dr. Ogala. No podía creerlo al principio, pero también mi conmoción después de la administración de sus medicamentos a base de hierbas. Estoy tan feliz de decir que ahora estoy curado. Necesito compartir este milagro. experiencia, así que les digo a todos los demás con enfermedades de herpes genital, por favor, para una vida mejor y un mejor medio ambiente, comuníquese con el Dr. Ogala por correo electrónico: ogalasolutiontemple@gmail.com, también puede llamar o WhatsApp +2348052394128
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